En el año 2002 Rubén Iglesias cumplía el sueño de levantar su propia bodega para crear grandes vinos. Contaba con el conocimiento y la experiencia como ingeniero agrónomo y enólogo, pero aún más importante, compartía la emoción de emprender un proyecto ilusionante con su esposa Mónica, y a este se juntaba el apoyo incondicional de la familia Medrano Martín en Quintanilla de Onésimo. El respeto por las costumbres y el patrimonio heredado está representado por un antiguo pozo de nieve del s-XVI que forma parte de la bodega y da nombre a su vino más fresco. Junto con Vegantigua y Tres matas hacen realidad aquel sueño que hoy es Vega de Yuso, un proyecto de vida al que se han sumado sus hijos, Sara y Mario. Con Rubén hemos quedado para charlar en una cita con Ribera.
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