Los robustos muros del Convento de las Claras han visto pasar la historia, siendo testigos del paso del tiempo por la cuna de la Ribera del Duero. En este insigne edificio barroco del siglo XVII el vino fue bendecido una y mil veces, en otras tantas misas y ceremonias religiosas. Por eso no es de extrañar que de sus entrañas haya surgido una bodega, un lugar donde la oración y las plegarias se dirigen al cielo, pidiendo al tiempo clemencia para que haya una buena cosecha. Convento las Claras es el proyecto de José Carlos Álvarez, doctor en enología con una próspera carrera en la elaboración de grandes vinos, algunos con el sello de Ribera del Duero. Él pone al servicio de la uva todos sus conocimientos en geología y estudio del suelo, midiendo la evolución de la Tempranillo en suelos, laderas, terrazas y vegas, para extraer su máxima expresión. Lo que en lenguaje mundano significa hacer buen vino, un vino elegante, fino, afrutado y con mil matices. Un vino para hacer historia.
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