Cuenta el propio Carlos Moro, alma mater de Bodegas Familiares Matarromera, que con 16 años se embarcó en un viaje a Francia, a Burdeos, para saciar la curiosidad en él innata por el vino y su universo. Llegó en tren a Burdeos y allí compró una botella de vino, algo especial, que decidió guardar para una ocasión que mereciera un brindis de esa categoría. Los años, los viajes y las mudanzas hicieron que perdiera de vista esa botella. Pero nunca renunció sin embargo a encontrar un vino personal, excelente, con complejidad y cuyo disfrute hiciera de un día cualquiera un día especial. Tal vez fue ese anhelo el que le llevó, en el año 2000, a fundar Bodega Renacimiento. El proyecto nació para ser único, por su propia ubicación en una casa noble del XVI en Olivares de Duero, la que fuera vivienda propiedad del Marqués de Olivares. Es el proyecto más personal de Bodegas Familiares Matarromera, un capricho de Carlos Moro para crear un vino de la máxima calidad acorde con la historia y el tiempo.
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