La tierra es lo único que vale la pena de trabajar y de luchar hasta desfallecer por ella, porque es lo único que perdura. Al finalizar la vendimia de 1946, durante el ocaso, Gabriela Viyuela tuvo un sueño mientras sostenía el último racimo recogido por sus manos. En su visión estaba el anhelo de poder legar su amor por esta tierra y a la Cuesta Manvirgo puso por testigo. Más de medio siglo después el viento ribereño trajo este recuerdo a sus descendientes. Y juntos, en 2003 materializaron aquel sueño. En la actualidad el apellido Viyuela y Boada de Roa, sirven de vínculo a una familia que no ha perdido la memoria ni el amor por la tierra que vio a sus antepasados crecer. Y para hablarnos de cómo el legado de Gabriela perdura y se disfruta por todo el mundo, hoy nos acompañan Laura y José Ángel, de Bodegas Viyuela, en una Cita con Ribera.
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